Todas las actividades de nuestra vida comportan relaciones sociales (en el trabajo, familia, pareja, las amistades,…) en las que nuestras maneras de actuar pueden facilitar o entorpecer esas relaciones. Muchas veces la falta de aprendizajes sobre cómo comunicarse, cómo expresar nuestros sentimientos, deseos, derechos o cómo saber escuchar a nuestro interlocutor para entender bien su mensaje y no dejarnos llevar por nuestra primera impresión (que a veces ni siquiera es cercana a la intención del otro), nos puede conducir a tener relaciones conflictivas o vividas con gran frustración.
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